El Síndrome del Edificio Enfermo: Cuando Nuestros Espacios Nos Pasan Factura.

Como profesional de la arquitectura y el diseño, siempre me ha fascinado la capacidad que tienen los espacios para influir en nuestras vidas. Sin embargo, hay un fenómeno que a menudo pasa desapercibido, pero que tiene un impacto profundo en nuestro bienestar: el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo reconoció hace décadas, y es hora de que le prestemos la atención que merece.

El SEE no es una patología única, sino un conjunto de síntomas inespecíficos que experimentan las personas que habitan o trabajan en ciertos edificios, y que, curiosamente, suelen aliviarse o desaparecer al abandonar el inmueble. Desde dolores de cabeza recurrentes y fatiga inexplicable, hasta irritaciones en ojos, garganta o piel, e incluso problemas respiratorios o reacciones alérgicas, la lista de afecciones es variada y preocupante. En casos extremos, se ha asociado con condiciones como la lipoatrofia.

¿Qué hace que un edificio “enferme”?

La respuesta es compleja, pero generalmente se trata de una combinación de factores ambientales y de diseño. He identificado que las causas más comunes incluyen:

  1. Ventilación deficiente: Muchos edificios modernos están diseñados para ser herméticos, priorizando la eficiencia energética sobre la renovación del aire. Esto provoca una acumulación de contaminantes internos.
  2. Calidad del aire interior: La presencia de compuestos orgánicos volátiles (COVs) liberados por materiales de construcción, muebles, productos de limpieza y equipos de oficina, así como la proliferación de mohos y bacterias en sistemas de climatización mal mantenidos, contribuyen significativamente.
  3. Humedad inadecuada: Tanto el exceso como la escasez de humedad pueden favorecer la aparición de microorganismos o la sequedad de las mucosas.
  4. Iluminación deficiente: Una iluminación artificial inadecuada o la falta de acceso a la luz natural pueden generar fatiga visual y afectar el ritmo circadiano.
  5. Factores físicos: Ruidos excesivos, vibraciones o campos electromagnéticos pueden también contribuir al malestar general.

Mi Visión: Diseñar para la Salud y el Bienestar

Para mí, el verdadero desafío y la gran oportunidad residen en el diseño preventivo. Es mucho más efectivo y menos costoso integrar principios de arquitectura saludable desde las etapas iniciales de un proyecto, que intentar corregir los problemas una vez que el edificio ya está en funcionamiento.

Esto implica:

  • Sistemas de ventilación inteligentes: Garantizar una renovación de aire constante y filtrada.
  • Selección de materiales no tóxicos: Optar por materiales con bajas emisiones de COVs y provenientes de fuentes sostenibles.
  • Optimización de la luz natural: Maximizar el acceso a la luz del sol y complementar con sistemas de iluminación artificial que respeten nuestros ciclos biológicos.
  • Gestión de la humedad: Mantener niveles óptimos de humedad para prevenir el crecimiento de patógenos y la sequedad ambiental.
  • Diseño biofílico: Incorporar elementos naturales y vistas al exterior para mejorar la conexión con la naturaleza.

Como profesionales, tenemos la responsabilidad de crear no solo edificios estéticamente agradables y funcionales, sino también espacios que promuevan la salud, la productividad y el bienestar de las personas que los utilizan. Al adoptar estos principios, podemos transformar la “epidemia silenciada” del Síndrome del Edificio Enfermo en una oportunidad para construir un futuro más saludable y consciente.

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